Sin duda para quienes trabajamos en logística y en e-Commerce, las fechas más esperadas del año son los famosos Cyber Day y Cyber Monday (los “Cyber” de ahora en adelante). Guardando las proporciones, para nosotros equivale a lo que para un futbolista es jugar un mundial, o a lo que para un Larusso es pelear en el torneo de All Valley.
Si bien la operación Cyber no tiene una gran duración (2 semanas desde el comienzo de las ventas, en promedio), los meses previos son de vital importancia para lograr una operación impecable cuando llega el día. Saber si los courier podrán efectuar los retiros y entregas en los plazos comprometidos, hacer pruebas y ver si los servidores soportan el aumento repentino de solicitudes de etiquetas o consultas de tracking de envíos, son algunas de las preocupaciones que en Envíame intentamos controlar con la mayor antelación posible. El buen rendimiento en esas 2 semanas no se logra con una semana de preparación, son meses e incluso años de trabajo que nos han ido entregando un vasto aprendizaje que nos permite montar una buena defensa y poder salir jugando cuando pareciera que las cosas se van a poner feas.
Desde dentro del área de tecnología, puedo decir que las cosas han cambiado bastante durante los últimos cinco años. No somos ni la sombra de lo que fuimos. Sin embargo, no renegamos sobre nuestro pasado, ni de la calidad del código que escribíamos, ni de la arquitectura sobre la que montábamos nuestros servicios, ni de nada. En un determinado punto de nuestras vidas, se combinaron un aceptable nivel de programación, oportunidades de negocio y, lo más importante, la motivación de un pequeño puñado de personas por construir un servicio innovador y atractivo. A esas tres cosas, sumémosle un comedor para seis personas que era todo el espacio que teníamos para trabajar.
Una mañana para el olvido
Fue en aquel comedor-oficina donde pasamos uno de los mayores sustos de nuestra breve historia. Octubre 2017, Cyber Monday, si mal no recuerdo. Cuatro de los cinco miembros que éramos en aquel entonces estábamos tomando asiento, expectantes para revisar el conteo de envíos creados durante esa primera mañana. El primer vistazo fue fatal: nuestra plataforma no cargaba. En lugar de plataforma, solo se dibujaba un horrendo mensaje de error que jamás habíamos visto, escrito en letras negras sobre un fondo blanco. Hasta el día de hoy me arrepiento de no haberle tomado una captura.
El pánico nos llevó a realizar la típica rutina luego de fracasar googleando: reiniciar servicios, comprobar el código fuente, entre otras cosas. Nada daba resultado. Hasta ese entonces, algunos conservaron la calma mientras trabajaban en montar un nuevo servidor con la plataforma, otros ya empezaban a sufrir serios problemas estomacales y pensaban en su próximo empleo. Por suerte, la operación de rescate concluyó exitosamente luego de una hora de trabajo. Para las 11 AM ya estaba todo resuelto y nos volvieron los colores al rostro.
Cyber First
Si bien es una anécdota corta y cargada de malas sensaciones, acostumbramos a tomarlo como referencia para comprobar la madurez que hemos ido adquiriendo con el paso de los años. Comenzar un Cyber con una caída del servicio es como hacerse un autogol en el primer partido del mundial. En cosa de minutos debes ser capaz de tomar las decisiones que te permitan revertir el error y que te harán aguantar de buena forma el resto del partido para salir triunfante.
Un término que define bien nuestro actual modo de pensar es Cyber First. Dada la mala experiencia de aquella fatídica mañana del 2017, la primera pregunta que nos hacemos antes de desarrollar software es “¿Esto aguanta un Cyber?”. No se acepta un “no” por respuesta, sin excepciones. La razón es muy simple: la exigencia del día a día de nuestros clientes en ocasiones se torna tan fuerte como puede llegar a ser un Cyber. Es decir, vivimos constantemente en modo Cyber.